En 1988, Mons. Rogelio Cabrera López, actual arzobispo de Monterrey y presidente de la CEM, celebrará la Misa en “La Crucita” a un lado de las canchas, en las calles de Oviedo y Zaragoza, esta comunidad era atendida como parte de la parroquia de Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la colonia Satélite, Qro.
En el año 1995, como parte de un proyecto realizado por los estudiantes del Instituto Tecnológico de Querétaro se inició la construcción del templo parroquial.
En septiembre de 1989 fue erigida la parroquia de Corpus Christi, en la colonia Obrera, y pasamos a formar parte de está hasta julio de 2006.
El 18 de mayo de 2006 se hizo la primera solicitud para designar al templo de la Divina Providencia como parroquia. El 02 de agosto del 2006, siendo Obispo de la Diócesis de Querétaro, Mons. Mario de Gasperín Gasperín y Decano del Decanato de san Miguel Arcángel el Sr. Cura Hugo Rayón Ortiz, es publicado el decreto mediante el cual se erige la Parroquia de la Divina Providencia, en la colonia Sauces, siendo su primer párroco el Pbro. Efraín Martínez Navarrete.
En ese momento el avance en la construcción del templo era del 20% por lo cual se iniciaron los trabajos materiales y espirituales para dignificar la parroquia.
En junio de 2014 se nombro vicario parroquial al Pbro. Marco Antonio Cornejo Hernández, quien hasta la fecha continua en dicha encomienda.
En junio de 2018, después de que al Pbro. Efraín Martínez Navarrete le fue encomendada otra parroquia, llego el Pbro. Gabriel Álvarez Hernández en calidad de Administrador Parroquial, realizando esta tarea hasta diciembre del mismo año cuando Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro en esa época, nombra administrador parroquial al Pbro. Luis Salas Herrera.
El 13 de mayo de 2021, Mons. Fidencio López Plaza, en solemne concelebración Eucarística, presenta al Pbro. Luis Salas Herrera como segundo párroco de esta comunidad parroquial.
La parroquia se va consolidando como una comunidad viva y activa, de puertas abiertas y en salida misionera, comprometida con la construcción de la casita sagrada, impulsando el surgimiento de pequeñas comunidades, la Adoración Eucarística Perpetua, el Movimiento Familiar Cristiano, la Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo, teniendo vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.